Saturday, March 08, 2008

Arita

Arita

Arita


-Mamá, conoces a alguien por el nombre Arita – Pregunto Matilde, esa noche tras decidir que por más que buscaba en sus recuerdos, el nombre no le resultaba familiar.
-No exactamente por ese nombre, aunque tú solías llamarle así.
-Entonces yo solía llamar a alguien así??? Como es que no lo recuerdo
-Realmente no recuerdas??? Entiendo que fue en tus primeros años de infancia, pero yo pensaría que recordarías a la Tía Sara, o Arita como tú solías llamarla.

Y como si un recuerdo por largo tiempo borrado regresara, la mente de Matilde construyo un rostro lentamente, primero una cabeza pequeña, frente a ella unos diminutos lentes cuadrados, que mas bien parecían flotar frente a un par de ojos de un color tan obscuro que era casi negro, enmarcados en una expresión dulce pero triste a la vez. Una boca en una ligera muesca de sonrisa. Ciertamente habían sido ya muchos años desde que tras la muerte de Tía Sara, Matilde dejo de pensar en ella.

Lentamente empezaron a resurgir nuevos recuerdos, el día en que Arita le mostraba el columpio instalado en el jardín, cuando ella tenía 5 años, y en el que las próximas visitas pasaría horas meciéndose. O el día en que fue con ella a comprar las pequeñas estatuas de gnomos para el pequeño jardín al frente de la casa, ella había elegido uno que cargaba una caja de martillos. El año en que había decorado el árbol de navidad con osos de peluche en lugar de esferas y bastones de dulce.

Y después recordó, como poco antes de cumplir 8 años, asistió a su primer funeral, un salón oscuro, con un ruido molesto, el sonido de muchas voces hablando en murmullos, como queriendo ocultarse. Las interminables filas de sillas, con demasiadas personas desconocidas. El rostro con lágrimas de su madre y el temblor en su mano mientras caminaban al fondo del cuarto. Aquella enorme caja de madera, que parecía tan eterna, a la vez tan nueva y tan vieja. Su curiosidad por ver al interior, la sensación de peligro que sentía mientras sujetándose del ataúd se levantaba en puntillas para ver, y entonces

-Matilde, Matilde, estas bien – decía su madre desde el teléfono
-Si, mamá, es solo que empecé a recordar- dijo mientras una lágrima empezaba a escurrir
-Vas a ir a casa de Sara? Quieres que te acompañe??
-No mamá, gracias, pero creo que por su carta deberé ir sola


La casa de Tía Sara, Arita, aquella en la que creo tantos recuerdos de la infancia que después olvido. Por que, por que había olvidado????

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